sábado, 30 de marzo de 2013

“Elena”: una mirada fría acerca del amor, el matrimonio y la familia


Galardonada en varios festivales europeos, esta película rusa, dirigida por Andrei Zvyagintsev y protagonizada por Nadezhda Markina y Andrey Smirnov, tiene todas las características por las que reconocemos al cine de autor. En oposición al bombardeo de información y a la velocidad  de las imágenes de los filmes hollywoodenses, este drama construye una historia simple, pero no menos profunda,  sobre algunas de las problemáticas que arrastran las relaciones humanas, los vínculos familiares y los intereses económicos.
La primera impresión que observamos al comenzar la película es que en realidad parece no estar sucediendo nada. Un inicio que se presume extraviado y carente de acciones. Una manera de instaurar un sello personal y una invitación al espectador  a corresponder con un rol activo, sumado al de su labor de atención. 
En principio, se muestran las habitaciones vacías de una casa lujosa en la que suponemos vive una familia adinerada. Más tarde aparecerán los protagonistas en torno a sus tareas hogareñas, los automatismos en que se desenvuelven y el cumplimiento de su clara y evidente división de poderes. Elena y Vadimir son un matrimonio en edad avanzada y cada uno proviene de sectores socioeconómicos claramente diferentes. Como testigos de una conversación, descubrimos que cada uno tiene un hijo de una pareja anterior y que el sostenimiento de esos vínculos les implica no sólo tensiones emocionales sino también costos económicos.
Lo interesante de esta propuesta es que el espectador va construyendo el curso de la historia y la vida de los protagonistas a medida que se desarrollan las escenas. La información se brinda a cuenta gotas, el guión nos muestra a los personajes en el ejercicio de su rutina, en la afluencia de sus relaciones interpersonales y en cada gesto, en cada palabra, subyacen las características que hacen a esa personalidad. Allí es donde radica la inteligencia y la delicadeza del filme, que se despliega de manera que debamos mantener los ojos siempre bien abiertos para no perdernos nada. Todo es muy simple pero al mismo tiempo de una presencia fundamental.
"Elena” es sin dudas una película diferente, (de por sí el idioma implica toda una aventura para el oído), con una resolución cruda y compleja, que divide sentimientos y reparte  acusaciones. Nos invita a indagar acerca de la crueldad que se esconde tras los intereses materiales y a reflexionar respecto de cuán lejos es capaz de llegar una persona, para evadir la tristeza, ayudar a los suyos, y salvarse, de una vez y para siempre, de ese maldito fantasma al que llamamos soledad.


Viviana Cipolla
Corresponsal de Espectáculos
“La fama es puro cuento” – Marzo 2013

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