
En principio, se muestran las
habitaciones vacías de una casa lujosa en la que suponemos vive una familia
adinerada. Más tarde aparecerán los protagonistas en torno a sus tareas
hogareñas, los automatismos en que se desenvuelven y el cumplimiento de su clara
y evidente división de poderes. Elena y Vadimir son un matrimonio en edad
avanzada y cada uno proviene de sectores socioeconómicos claramente diferentes.
Como testigos de una conversación, descubrimos que cada uno tiene un hijo de
una pareja anterior y que el sostenimiento de esos vínculos les implica no sólo
tensiones emocionales sino también costos económicos.
Lo interesante de esta propuesta
es que el espectador va construyendo el curso de la historia y la vida de los
protagonistas a medida que se desarrollan las escenas. La información se brinda
a cuenta gotas, el guión nos muestra a los personajes en el ejercicio de su
rutina, en la afluencia de sus relaciones interpersonales y en cada gesto, en
cada palabra, subyacen las características que hacen a esa personalidad. Allí
es donde radica la inteligencia y la delicadeza del filme, que se despliega de
manera que debamos mantener los ojos siempre bien abiertos para no perdernos
nada. Todo es muy simple pero al mismo tiempo de una presencia fundamental.

Viviana Cipolla
Corresponsal de Espectáculos
“La fama es puro cuento” – Marzo 2013
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