lunes, 14 de marzo de 2011

Chabuca Granda


María Isabel Granda Larco; Apurímac, 1920 - Miami, 1983 Cantante y compositora peruana. Su fama internacional procede del vals La flor de la canela, al que siguieron otras exitosas melodías como Fina estampa y José Antonio.

A lo largo de su carrera como compositora trabajó diversos ritmos como el tondero, el vals criollo y los ritmos negroides. Estos últimos se dejan ver en melodías como El surco o Me he de guardar. Escribió también un ciclo de canciones dedicadas a su compatriota el poeta Javier Heraud.

El orgullo de Lima tiene nombre propio:

Chabuca Granda. Ella hizo probar al mundo

del aroma y del sabor de una Lima que nunca

dejará de ser.

Le cantó a gallardos chalanes, le dió vida a puentes

contándole sus confidencias de amor, realzó el encanto

de la fina garúa que Lima deja ver en junio y su musa de

inspiración se llamó Victoria Angulo para hilar

la famosa historia de la Flor de la Canela.

"Jazmines en el pelo

y rosas en la cara,

airosa caminaba la

Flor de la Canela...".

Victoria Angulo,

dama limeña de la

cual habla

Chabuca Granda

en la Flor de la Canela.

"...Del viejo puente ,

el río y la

Alameda...".

El Puente de los Suspiros,

en el distrito limeño

de Barranco, un

lugar donde el

implacable tiempo

se resiste a pasar.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El recuerdo de Alberto Olmedo sigue presente


En el teatro como en la vida, la tragedia y la comedia son dos dramas con características contrarias pero muy cerca uno del otro. La comedia tiene por lo general un protagonista payasesco que encara una historia con un final feliz mientras la tragedia tiene marcado un destino sombrío con un desenlace que lleva a la muerte o la locura.

Alberto Olmedo fue un cómico con un final trágico. Tras una vida cargada de personajes que hicieron reír a todo el país, murió el 5 de marzo de 1988 al caer de un balcón de un piso 11 de un edificio.

Después de 23 años de su muerte, Olmedo es recordado con una sonrisa cada 5 de marzo. Sus películas, sus programas de TV, sus personajes y reportajes en los medios dejaron una impronta inolvidable que se vuelve a reproducir para traer el recuerdo de quienes lo conocieron y generar el interés de las nuevas generaciones.

Olmedo nació en Rosario en 1933 en una barriada bhumilde. Su madre era soltera y conoció a su padre recién a los 40 años, cuando ya era famoso. A los 21 años llegó a Buenos Aires y lo descubrió el director de Canal 7 que le ofreció trabajar como actor.

Su primer personaje exitoso fue El Capitán Piluso, en un ciclo que arrancó en 1960 y que aunque estaba dirigido a un público infantil cautivó sobre todo a los espectadores mayores.

En 1964, ingresó al elenco de Operación Jaja un ciclo de Hugo y Gerardo Sofovich. En el programa comenzó a mostrar sus personaje picarescos, en una dupla con Javier Portales.

En 1981, llegó No toca botón por Canal 11 y los personajes más famosos como Jorge Luis Borges, Rogelio Roldán y sobre todo El Manosanta.

Mientas triunfaba en TV, Olmedo llegaba al cine en una sucesión de 45 películas junto a Jorge Porcel. La dupla Olmedo- Porcel vivió su apogeo en plena dictadura, y sus films fueron muy criticados por responder a una cultura cargada de prejuicios y censura y ser funcionales al Gobierno militar.

Las películas de Olmedo y Porcel también mostraban un estereotipo de “mujer fácil” en contraposición con la esposa y madre. Pero las mujeres de Olmedo, desde Moria Casán y Susana Gímenez en cine a Beatriz Salomón, Silvia Pérez oAdriana Brodsky en TV, no tenían humor.

Algunos de sus films más conocidos fueron Los caballeros de la cama redonda, Mi novia él, Las mujeres son cosa de guapos, Rambito y Rambón.

Olmedo también dejó algunas frases famosas como “Y, si no me tienen Fe” o “Éramos tan pobres”. En teatro también tuvo grandes éxitos como El negro no puede y Éramos tan pobres.

El día que murió estaba junto con su compañera Nancy Herrera que fue testigo de la confusa muerte del cómico a sus 54 años.

BENITO QUINQUELA MARTIN


El 20 de Marzo de 1890 fue dejado en la Casa de Expósitos un niño que se suponía había nacido tres semanas antes, es por eso que el día de nacimiento de Benito ha sido consignado como el 1º de marzo. Fue bautizado con los nombres de Benito Juan y se le asignó el apellido Martín. Su primer nombre fue en razón de ser bautizado el día de San Benito Abad, el 21 de marzo. Casi ocho años después, el 16 de noviembre de 1897 es adoptado por el matrimonio formado por Manuel Chinchella y Justina Molina, quienes vivían en la Boca del Riachuelo, donde vivió toda su vida el maestro.
Cursó tan solo los dos primeros grados de la primaria, y luego se dedicó a repartir el carbón que sus padres vendían a los vecinos del barrio.
Cuando cumplió 15 años su padre que descargaba carbón en el puerto, lo convocó a trabajar con él, pese a su físico poco adecuado para la tarea, pero su empeño y rapidez le hicieron ganar el apodo de "EL MOSQUITO".
Al poco tiempo, cuando cuenta 17 años, se inscribió en una academia para cursar dibujo y pintura, con le maestro italiano Alfredo Lázzari, quien fue su único maestro. Completó su formación autodidacta a través de lecturas en la biblioteca del Sindicato de Caldereros, y allí descubrió el libro "El Arte" del escultor francés, Auguste Rodin, que lo llevó a dedicar su vida a la creación artística.
Cuando cumple 20 años expone por primera vez sus trabajos en la Sociedad Ligure de Mutuo Socorro. En 1912 se le diagnostica un principio de tuberculosis y busca los purificadores aires de Córdoba para curar su enfermedad. Allí realiza una serie de paisajes acompañado al maestro Walter de Navazio. Retorna a los seis meses milagrosamente curado y convencido que debe reflejar, como decía Rodin, únicamente su vida y su ambiente, es decir pintar su aldea: La Boca del Riachuelo.

Beatriz Guido, una vida entre las novelas y las polémicas


Visualizo mi muerte en forma inocente, con un cielo, ángeles y paz, y con diablitos en el infierno. Lo que no le perdono a la muerte, a pesar de la profunda fe que me hace creer en el reencuentro, es el no diálogo, el silencio definitivo. Como dice Marguerite Duras, a nada le tengo más miedo que al olvido. Así decía, en 1984, la escritora Beatriz Guido, una de las personas más polémicas de la cultura argentina. Su muerte, con o sin angelitos, con o sin el reencuentro con su marido, llegó hace diez años.Soy terriblemente antiperonista, dijo una vez. Soy terriblemente mentirosa, dijo otra, como para que se supiera que todo debía ser tomado entre paréntesis. Polémica, acusada de ser de derecha, de ser gorila y de falsa aristócrata, cuando murió, en Madrid, Beatriz Guido era agregada cultural de la Embajada argentina.Guido había nacido en 1924. Su destino no era el anonimato: la niña era rosarina y su padre, uno de los autores del Monumento a la Bandera. A los diez años -contó mucho después- horroricé a Gabriela Mistral con mi afán de leer noticias policiales en el diario Crítica. Pero mis padres adivinaron al escritor. Ningún instrumento cultural me fue negado.Por eso, la joven Guido empezó y dejó la Facultad de Filosofía y Letras, y entre el 48 y el 50 vivió en Europa. En 1951 conoció al hombre con el que haría su vida y al que quedaría ligada en todos los terrenos. Se llamaba, claro, Leopoldo Torre Nilsson. El me ayudó a disciplinar mis desbordes y le dio a mi trabajo la vasta posibilidad del cine, contó más tarde.La casa del ángelEn 1954 ganó el concurso Emecé con su novela La casa del ángel. En 1966 -¿soy terriblemente mentirosa?- le dijo a la revista Confirmado: Era amiga de todos los jurados. Los concursos son tremendos. A mí me premiaron por amiguismo, y cuando yo fui jurado también premié a mis amigos. Lo más grave es que, por ayudar a mis amigos, que eran escritores menores, dejé pasar un libro de Cortázar sin premiar.Beatriz Guido coqueteaba con la frivolidad. Podía declarar que tomar el té en el Plaza ­me inspira tanto! o burlarse de quien le dice que si se hiciera la reforma agraria que predica su familia se vería perjudicada contestando: No... hace como veinte años que están en decadencia.Sin embargo, tenía menos de treinta años cuando las mujeres argentinas pasaron por primera vez por el cuarto oscuro y era una mujer que hablaba de política y la política se filtra en muchos de sus libros. Odio a Jauretche, a Alfredo Palacios, a Ezequiel Martínez Estrada. Son los grandes traidores de una generación que nos dejó sin maestros, decía en 1966.Ese mismo año -¿soy tremendamente antiperonista?- contaba que en Nueva York todos los canales pasan un cortometraje sobre la vida de Eva Perón. A mí me revienta, pero también gracias a esas cosas allí ya saben que la Argentina tiene calles de cemento y que no está llena de indios.En la década del 60 escribió El incendio y las vísperas y lo leyó todo el mundo. Lo protagoniza un hombre de los sectores tradicionales de la sociedad que traiciona su origen para obtener un cargo durante el segundo gobierno de Perón.Después de ese libro, Arturo Jauretche le dedicó un capítulo de su libro El medio pelo argentino. Dijo que ella era del medio pelo, que esos eran sus lectores y que Guido había espiado a la clase alta con la mentalidad de su público.Guido no se asustó. Con desparpajo, repitió durante años: Ojalá Jauretche escriba contra mí. Que sobreviva mucho tiempo, así se siguen vendiendo mis libros.