jueves, 20 de diciembre de 2012

“El ministro”: viaje al interior de la vida política


“L’exercice de l’État” es el  título original de esta película francesa que en nuestro país llegó a los cines con el nombre de “El ministro”. Dirigida por el Pierre Schöller y  producida por los hermanos Dardenne, este thriller político se adhiere a la temática y a la filmografía de este realizador, cuyos últimos trabajos lo consagraron como gran promesa del cine europeo.
Entre los actores que conforman el elenco, se destacan  Oliver Gourmet (en el su rol protagónico, como Bertrand  Saint – Jean, Ministro de Transporte),  Michel Blanc (Gilles, en su función de Secretario del Ministerio) y Zabou Breitman (Pauline, como la Directora de Comunicaciones). En este tipo de filmes, donde los guiones son muy dialogados y las reflexiones e ideas se disparan en un abrir y cerrar de ojos, la calidad de las actuaciones resultan fundamentales para destacar la labor de los realizadores y consolidar el valor de la pieza.
Con respecto a la trama, nuestro ingreso a la historia es a través de una pesadilla erótica del Ministro de Transporte de Francia, Bertrand  Saint – Jean. Una mujer camina desnuda por los pasillos de una oficina y luego se introduce por la boca de un cocodrilo. Esta metáfora del poder, que se narra como un sueño, refiere en parte, a todo aquello que está por venir.
Tras ser informado en plena madrugada que un micro escolar ha caído por un acantilado, el Ministro se presenta inmediatamente en el lugar de los hechos, para conocer las circunstancias y responder las demandas de la prensa.  Muy conmocionado por la muerte de las víctimas, el funcionario debe dejar atrás el ardor de los sentimientos, y enfrentar una serie de presiones y movimientos políticos que le ayuden a conservar sus redes de poder y permanecer en el cargo.
Luego del trágico accidente, el ministro Saint – Jean, es empujado a privatizar las carreteras, a lo que él se rehúsa completamente;  y lejos de recibir el apoyo de los miembros del gabinete, se ve traicionado y presionado por posturas disidentes que lo obligan a tomar decisiones inmediatas, en un ajetreo de luchas de poder, estrategias opositoras y condicionamientos económicos.
De alguna manera, “El ministro” es una mirada por la vida interior del mundillo de la política, una observación profunda, pero jamás exhaustiva, de unos pocos días, en la vida de un funcionario público, que entre tejes y manejes, reuniones y conferencias de prensa, intenta resolver y salir airoso de un caso concreto y particular en la administración pública de un país.
Detrás de su imponente figura de Estado, se encuentra una vida personal y familiar fragilizada, bruscamente absorbida por sus obligaciones laborales; las cuales llevan a reflexionar al funcionario acerca de la contradicción de tener un celular con “cuatro mil contactos y ni un amigo”, pero sin embargo, no detenerse a pensar un minuto el por qué de su desconocimiento del viaje de su hija a Egipto.

Viviana Cipolla
Corresponsal Espectáculos- “La fama es puro cuento"
Diciembre 2012

jueves, 6 de diciembre de 2012

Romance a bordo, en un guión que va camino al naufragio



“Amor a mares” es una comedia de enredos argentina protagonizada por Luciano Castro y Paula Morales. Además cuenta con las participaciones especiales de Gabriel “Puma” Goity, Miguel Ángel Rodríguez, Agustina Córdova, Nacho Gadano y Luisa Kuliok.

Dirigida por Ezequiel Crupnicoff, la película se centra en la historia de Javier (Castro), un escritor que está atravesando una crisis creativa porque su mujer lo abandonó debido a su obsesión por el trabajo. Se siente un fracasado y su enojo con la vida es inmenso. Mientras tanto, su editor (Rodríguez) lo apura para que presente un nuevo libro y retome su camino como joven promesa de la literatura.  Mediante una propuesta falsa, lo empuja a embarcarse en un lujoso crucero en busca de nuevas historias que lo ayuden a estimular su inspiración. El desarrollo del guión se basa en las situaciones que se suceden a bordo, a partir de la observación que Javier ejerce sobre los comportamientos de un matrimonio joven (Morales y Gadano), que a primera vista parecen una pareja perfecta y feliz, pero con el correr de los días irán descubriendo sus debilidades y secretos.

La trama es tan simple como estereotipada. Los personajes no sorprenden y los espectadores pueden adivinar los desenlaces en la medida que se desarrollan las situaciones. Afortunadamente, aparece “Larry”, el personaje que interpreta el “puma” Goity, siempre fiel y exitoso en papeles de carácter cómico y chabacano, quien por lo menos, le suma un poco de humor a la historia y logra “robarle” alguna sonrisa al público a fuerza de simpatía y gags reiterativos.

No pasa lo mismo con los otros personajes, incluso con el protagonista central, su interpretación es algo vacía y sus líneas no fluyen con naturalidad. Aunque el problema no está en el trabajo de los actores en sí, sino en el propio hilo de la trama, que se nutre de situaciones poco felices, con chistes y momentos muy trillados, incluso en el drama  amoroso. El film, que podría inscribirse dentro del género de comedia romántica, se torna iluso y demasiado obvio, no sólo por su final, sino por el giro de los personajes.

Aunque el cliché es una resolución muy común en las comedias del género, y las grandes y memorables producciones de Hollywood se especializan en la utilización de este recurso, en “Amor a mares” el resultado final es el de una pieza que deja al espectador con gusto a poco y pensando que sólo se trata de una historia más. Lo que de todas formas no significa que no pueda dársele una oportunidad a esta película que ofrece un hermoso paisaje marítimo y muestra desde adentro los lujos y divertimentos de un viaje en crucero.

El producto podría casi entenderse como una publicidad encubierta. Si así lo fuera, sería un ostentoso trabajo audiovisual contextualizado por una diversidad de anécdotas un poco tontas, personajes malamente estereotipados y un guión que, sin relatar la historia de un naufragio, revela minuto a minuto las razones del por qué de su cataclismo de ideas.


Viviana Cipolla
Corresponsal Espectáculos – “La fama es puro cuento”
Diciembre 2012

viernes, 30 de noviembre de 2012

Centenario del nacimiento de Hugo del Carril

J.C.Lamas,H.Del Carril y J.Sandoval

Detrás de esa voz que siempre vuelve con aquella marchita capaz de inflar pechos de lealtad o de erizar los pelos de espanto, está uno de los artistas emblemáticos del siglo XX en Argentina: Hugo del Carril. Cantor, locutor, actor, productor, director de cine, guionista, Del Carril fue el arquetipo de lo que un su época era una hombre del espectáculo, distinguido en su caso por un notable carisma y, por eso, dueño de un irresistible arraigo popular.
Piero Bruno Hugo Fontana, así se llamaba Del Carril, nació un día como hoy de hace 100 años, en Buenos Aires, en el barrio de Flores. Hijo de Orsolina Bertani y de Ugo Fontana, un arquitecto anarquista que un día abandonó a su familia, Piero entró al universo del espectáculo muy joven, a través de la radio. Primero fue locutor y enseguida cantor. Terminaba la década de 1920 y Gardel, que todavía caminaba por Buenos Aires, fue el mejor modelo.
Bajo seudónimos como Pierrot, Hugo Font o el más criollo Carlos Cáceres, Del Carril fue estribillista de cuanta orquesta pasara por Radio del Pueblo, después de formar un cuarteto con Emilio Castaing y Mario y Martín Podestá, ser parte del trío París, y aportar a la tradición criolla de los dúos con el rubro Acuña-Del Carril. A mediados de la década de 1930 grabó con la orquesta de Edgardo Donato y poco después con Tito Ribero, que será su conductor musical por mucho tiempo.
Ya era definitivamente Hugo del Carril cuando en 1936 el director Manuel Romero lo llamó para cantar Tiempos viejos en la película Los muchachos de antes no usaban gomina. Morocho, engominado, pintón, de voz bien plantada y sonrisa prometedora, Del Carril encuentra enseguida un lugar en el por entonces floreciente cine nacional. Madreselva, de 1938, con Libertad Lamarque; Vida de Carlos Gardel, de 1939, con Delia Garcés; Gente bien, de 1939, con María Armand; El astro del tango, de 1940, con Amanda Ledesma, y La piel del zapa, de 1943, con Aída Luz, le dieron la fama que se prolongaría en La cabalgata del circo, de 1945, otra vez con Lamarque; La cumparsita, de 1947, con Nelly Darén, y El último payador, de 1950, dirigida por Homero Manzi, entre otras.
Actuaba y cantaba
El actor potenciaba al cantor y viceversa. Los escenarios más prestigiosos de Buenos Aires, los mejores horarios en las radios que llegaban a todo el país y giras por América lo consolidaban también como uno de los mejores cantores de la época, de estilo sobrio y viril y repertorio impecable. Los discos que grabó para el sello Odeón son testimonio.
En 1950 se pone del otro lado de la cámara y filma como director Historia del 900, la película de una chica bien y un muchacho de pro devenido en cantor orillero, de la que también es protagonista y guionista. Al año siguiente comienza a trabajar en lo que será su obra cinematográfica más celebrada, considerada por muchos entre las mejores de cine argentino: Las aguas bajan turbias, adaptación que el mismo Del Carril hizo de la novela El río oscuro, de Alfredo Varela.
Con esta historia que habla de la explotación de los tareferos en los yerbatales del Alto Paraná y la codicia de los terratenientes, al final castigados por los obreros organizados sindicalmente, Del Carril va más allá del entretenimiento melodramático y entra en la órbita el cine político-social. Eran las épocas del peronismo, movimiento al que el cantor y cineasta se había acercado bajo la influencia de Homero Manzi y al que había adherido con armas y bagajes. Incluso, poniendo su voz en la primera grabación, con la orquesta y el coro del Teatro Colón, de Los muchachos peronistas, en 1949.
Las aguas bajan turbias se estrenó en 1952, después de la muerte de Evita, y más tarde fue presentada en el Festival de Venecia, donde recibió elogios de los franceses René Clair y Georges Sadoul, entre otros. La película se vio después en siete países europeos, la India y se mantuvo en cartel durante casi dos meses en los Estados Unidos. No obstante el éxito del filme, el secretario de Comunicación, Raúl Alejandro Apold, le adivinaba cierto halo "comunista". Tras acusar a Del Carril de haber cantado en Uruguay el día de la muerte de Eva Perón, el funcionario levantó la película de cartel y enseguida Artistas Argentinos Asociados y Radio Splendid rompieron los contratos que tenían con Del Carril, que de todos modos en 1954 comenzaría a filmar La Quintrala, una superproducción de cuatro millones de pesos. La historia de Catalina de los Ríos y Lisperguer, una escéptica y herética dama chilena del siglo XVII, y de su jesuita enamorado, se estrenó en mayo de 1955. Pero se levantó casi de inmediato. Era poco menos que una provocación para la precaria relación entre el gobierno de Perón y la Iglesia Católica, en la antesala de otro zarpazo militar.
Final de una era
El golpe de estado de 1955 reconstituirá las atávicas zanjas sociales y culturales del país y para el cantor y cineasta marcará el final de una etapa, acaso la mejor de su carrera. El nuevo régimen lo acusó de contrabando de sus películas al Uruguay sin pagar aranceles y por eso fue encarcelado. Sobreseído, Del Carril siguió cantando y filmando: Una cita con la vida, de 1957, con Gilda Lousek; Las tierras blancas, de 1958, filmada en Santiago del Estero; Amorina, de 1961, con Tita Merello; La calesita, de 1962, según el tango de Mariano Mores y Cátulo Castillo, y Buenas noches, Buenos Aires, de 1964, que antes había sido éxito en el teatro. Por esos años, invertía dinero en un criadero de nutrias en el Tigre, que no prosperará.
Si bien los bríos artísticos no eran los mismos de otros tiempos, el arraigo popular de Del Carril resistía. Tan popular fue Hugo Del Carril, que en su Breve historia del cine argentino, publicada en 1966, el crítico José Agustín Mahieu escribirá: "Hugo del Carril parece, en general, una víctima del medio que lo ha formado, incapaz de distinguir, por su incompleta formación cultural, los datos reales, no puede tampoco expresar sus intuiciones, insuficientemente claras para sí mismo. Por eso su intención realista cae en la deformación melodramática o folletinesca".
En 1973, Perón mismo lo puso al frente del Instituto Nacional de Cinematografía, junto a Mario Soffici. Por esa época comenzó a filmar Yo maté a Facundo, con Federico Luppi, que se estrenó en mayo de 1975. No hubo casi nada más. Con el golpe cívico militar de 1976 fue desaparecido por completo de la radio, el cine y la televisión. Se exilió en México y aunque en marzo de 1980 haya cantado en el Caño 14 y tiempo después dado una serie de recitales en el San Martín y más tarde haya sido nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos aires, fue como si nunca hubiese vuelto de aquel destierro. Aunque haya celebrado en el Luna Park los 50 años de su primera actuación. Aunque haya muerto en su Buenos Aires cuando ya era otra, el 13 de agosto de 1989.
Ya hacía rato que Del Carril estaba en su pasado. Aquel país que había mirado con ojos de cine y al que le había cantado en tangos ya era historia. Y dentro de esa historia estaba la suya, la de un hombre del espectáculo, tan querido cuanto aborrecido por su popularidad. La historia de un artista argentino del siglo XX. Mucho más que la voz de Los muchachos peronistas.
Criollo y gardeliano
Por Gustavo Visentín. Cantor de la Orquesta Provincial de Música Ciudadana
Hugo Del Carril fue un cantor de tangos de notable calidad. Dueño de una caudalosa voz de barítono (propicia para el género), un afinado oído musical, perfecta dicción y delicado fraseo. Su sobrio estilo, de claras raíces criollísticas y gardelianas, fue a la vez viril y sensitivo. Con maestría supo dotar su canto de ricos matices, evitando desmesuras estéticas e innecesarios alardes de voz, siempre subordinado a los "climas" que las obras le exigían. La destreza en el manejo de este complejo equilibrio de canto (que imponen casi todos los tangos) deja claro su dote de artista, pero también destaca su preocupación, inteligencia y laboriosidad en busca de lo excelente.
Sin embargo, también es justo señalar que estas cualidades son más nítidas en sus registros de mediados de la década de 1930 hasta principios de 1950 (y que muchos historiadores señalan como su "época de oro"). Por esos años es donde Don Hugo, con orquestas de acompañamiento a cargo de Tito Ribero, Joaquín Mora, o con conjunto de guitarras; deja las memorables versiones de Como aquella princesa, Aquel muchacho triste, Indiferencia, Me besó y se fue, Vendrás alguna vez, por citar sólo algunas. A partir de 1960 -con esporádicos retornos al disco- se visibiliza cierta declinación vocal, producto tanto del natural decurso del tiempo, como por su condición de gran fumador. En este "atardecer" y como sucediera con tantos grandes cantores, Don Hugo echa mano a recursos menos felices, buscando en los "efectos" interpretativos aquello que su voz le comenzaba a privar. Pero esto no será mella en la mensura total de su obra discográfica.
Vaya mi sentido y admirado recuerdo por este gran artista, verdadero ejemplo de profesionalidad (tuve la suerte de tratarlo alguna vez en los inicios de mi carrera), trabajo y compromiso con el arte.


El centenario del nacimiento de Hugo del Carril, que se cumple hoy, permite recordarlo como una prominente figura del cine argentino y un artista popular comprometido con su tiempo, al punto de inmortalizar la marcha peronista.
Nació el 30 de noviembre de 1912, en el predio porteño de San Pedrito 256, hijo de Ugo Fontana y Orsolina Bertani, inmigrantes italianos, hasta que el hombre, arquitecto y anarquista, abandonó el hogar y el chico y su madre pasaron a vivir con la abuela. 
Su asociación con el cine comenzó como actor, en 1937, cuando Manuel Romero lo contrató para grabar unos tangos en Los muchachos de antes no usaban gomina , donde actuó con Florencio Parravicini. El sello Lumiton lo contrató para tres películas, La vuelta de Rocha , Tres anclados en París yMadreselva . En 1941 estuvo en el gran éxito que fue La canción de los barrios . Y también trabajó junto a Eva Duarte en La cabalgata del circo . El cine despertó en él un interés mucho más intenso que el tango porque le daba un espacio mayor para expresarse.

La cualidad esencial de su cine fue la sinceridad. Sólo filmó asuntos en los que creía y con los que se sentía comprometido. Por un lado, su obra recorrió una especie de cuerda tensa, a uno de cuyos lados había un romanticismo melancólico, y del otro una fascinación ante la crueldad. Su romanticismo incluyó aparte de una lírica añoranza de ideales femeninos (en todos sus filmes menos en La Quintrala y Tierras blancas hay una heroína sensible y frágil), una solidaridad con la gente humilde y sus dramas. EnHistoria del 900 , su opera prima, el “malo” es simplemente un malevo; en Surcos de sangre la mezquindad de un padre que perjudica además a un grupo de trabajadores de la tierra; en Las aguas bajan turbias , quizá el mejor de sus filmes, la sociedad posibilita una explotación más que inhumana; en Más allá del olvido , se hace más romántica y toca la redención de una prostituta.
Se reconoce que su cine estuvo tocado por la sinceridad, y cuando no cayó en el melodrama, se manifestó con un realismo romántico que lo caracterizó. Con los años, sus filmes están disponibles para quien quiera descubrir a una figura clave de nuestra cinematografía.

Día Nacional del Teatro

S.Arrieta Y F.Parravicini

Hoy, 30 de noviembre se festeja en el país el Día Nacional del Teatro, en recordación del incendio del teatro de la Ranchería que fue el primer teatro que existió en la ciudad de Buenos Aires. La Ranchería fue construida en la época de Virrey Vértiz en la actual esquina de Perú y Alsina.
La principal importancia del teatro y, tal como sucede con las demás artes, recae en su capacidad de expresar y comunicar ideas y sentimientos a los espectadores. Además de ser entretenido y didáctico crea una comunión entre actores y espectadores y produce una mixtura de fantasía y realidad que atrapa al público.
En la ciudad la actividad teatral cuenta con basta trayectoria y ha cobrado gran fuerza en los últimos años. Así, han surgido nuevos grupos de teatro independiente, se multiplican los espacios y salas de teatro y también las presentaciones en el Teatro Gualeguaychú. También existe en la ciudad el profesorado de Teatro y se realiza un proyecto piloto para que el Teatro forme parte de los contenidos de las escuelas.
En tanto, las obras locales no dejan de sorprender gratamente al público que acompaña la diversidad de propuestas que se le proponen.
En el Día Nacional del Teatro merecen ser saludadas todas aquellas personas que trabajan en las diversas especialidades, actividades y tareas que involucran la puesta en escena de una obra, también a quienes fomentan y enseñan esta enriquecedora rama del arte escénico y también el género literario que da vida a maravillosas obras.