lenguaje, la ética viene en consonancia, porque la responsabilidad empieza
por la
herramienta que manejás". En esa frase,
Tomás Eloy Martínez resumió lo elemental del
ejercicio periodístico.
Con una
vida sesgada por persecuciones, el
periodista que supo convertirse en
escritor al relatar “de un modo infiel,
como sucede con todos los relatos” su
obra póstuma, “Santa Evita”, un relato ficcional que busca unificar las
dos imágenes antagónicas de Eva Duarte, murió
producto de una “larga enfermedad”, eufemismo que abraza o recubre de misterio la
fuerza que logró lo que el gobierno de facto buscó al
momento de incluirlo las conocidas listas negras: su muerte.
Fue amenazado por la Triple A
y, mientras tomaba un café con
amigos, fueron alertados de que la Policía llegaría en cualquier momento. Lo buscaban a él. El mismo que se había animado a relatar los sucesos de Trelew –asesinato de 16 miembros de organizaciones armadas peronistas y de izquierda en 1972- desde la portada de la
revista Panorama.
Llegaron. Murmullos. Una
entrada violenta y un escudo
humano que logró ayudarlo a escapar. En la
calle, ajetreado por la
aventura, el por entonces director del
suplemento cultural del
diario La Opinión decidió exiliarse en Caracas. Se subió a un
taxi y con sus bolsillos vacíos, se dirigió al
aeropuerto. Más tarde lo acompañarían su esposa y sus dos hijos.
“Casi toda la
historia del país no se ha cerrado. No se ha cerrado el duelo
entre civilización y barbarie; la visión del otro representado por los marginales, por los inmigrantes; el duelo entre los que se fueron al exilio y los que se quedaron. Se abren continuamente heridas que no se preveían. Una herida que creo se ha
abierto artificialmente es la que deriva de la línea divisora entre los crímenes de lesa humanidad y los crímenes horrendos que prescriben”, explicó en una
entrevista concedida al diario La Gaceta en el
marco del lanzamiento de “Purgatorio”, la
novela en la que relata un exilio en tiempos de
botas.
Ya en Venezuela, el periodista que contaba con
cartas de recomendación de
personajes como Gabriel García Márquez, editó el diario
El Nacional y, tiempo más tarde, fundó junto a
Rodolfo Terragno, Edgardo Silverkasten y Dolores Valle
El Diario de Caracas. Allí, ofició de jefe de redacción hasta 1979.
Sus idas y vueltas lo llevaron a
crear un
nuevo diario,
Siglo XXI, en México y a lideral el suplemento Primer
Plano de
Página 12. En
materia académica, Eloy Martínez dirigió durante muchos años el programa de Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University y asesoró la Fundación
para un Nuevo
Periodismo Iberoamericano, creada por su
amigo García Márquez.
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