Se trata de la ópera prima del director argentino
Ariel Broitman. Cuenta con las actuaciones protagónicas de Elena Roger,
Esmeralda Mitre y Sergio Surraco. Basada en el libro “La maestra de canto”, la
obra relata la historia de un triángulo amoroso inmerso en el mundillo de la
música lírica.
Ana (Roger) y Federico (Surraco) son un
matrimonio joven de artistas. Ella es aspirante a cantante lírica y él es
pintor, poeta y músico, aunque se reconoce incapaz de poder destacarse en
alguna de las tres disciplinas. La pareja comparte una vida estable, sencilla y
adornada por la fascinación al arte y sus expresiones.
Cuando Ana comienza a tomar clases para educar
su voz con una exigente profesora de canto (interpretada por Adriana Aizenberg),
al tiempo conoce a Úrsula (Mitre), una cantante alemana que goza de gran
talento y una belleza singular. Pronto establecen una amistad, ambas atraídas
por el amor a la música y la afición a los escenarios. Sin darse cuenta, al
involucrar a Úrsula en su pequeño círculo personal, Ana comenzará a desmoronar
los cimientos sobre los cuales había edificado el orden de su vida.
Porque la presencia de Úrsula en su casa y en
sus relaciones cotidianas, rápidamente despertarán en Federico una admiración
innegable, una atracción al talento y a la misteriosa personalidad de la nueva
amiga, que reforzarán sus inseguridades y frustraciones. La admiración puede
esconder a veces una dosis de envidia y una búsqueda obsesiva por llenar un
vacío interior con aquello que al otro le sobra. Pronto llegará la traición
amorosa (que se deja observar pero no se muestra) y con ella, las consecuencias
de los celos, el dolor y los cargos de conciencia.
Al respecto, podemos decir que, “La vida anterior” es un filme que desborda en cuanto a la
expresión insistente de emociones y sentimientos. Las sensibilidades afloran
desde la banda sonora, la poesía, la pintura, los colores y los personajes. Es
tanta la pasión que nos llega desde la pantalla que hasta puede tornarse en un exceso
de sensiblería. No sorprende entonces el desencadenamiento de un final trágico,
como catarsis ante tanto ardor.
Sin embargo, hacia el final también observamos
una luz. Porque no todas los rutas del arte conducen al abismo, algunos pueden
incluso alcanzar un destino afortunado, producto del esfuerzo, la conducta y la persistencia. Todo
depende de la fortaleza interior que se esconde en el corazón del artista o de
la decisión oportuna de salirse pronto de esa travesía interminable.
Tres artistas, tres desenlaces. El secreto está
en la voluntad y la actitud que se desarrolla a lo largo del camino.
Viviana Cipolla
Corresponsal de Espectáculos “La fama es puro cuento”
Abril 2013
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